Cómo ir con bici en el avión

Viajar con tu bici en el avión

Viajar en avión, llevando tu bici, sí que es una aventura. De hecho es la primera aventura de tu viaje, pues la tensión, ignorancia de algunas de las personas que te atenderán, resistencias, etc., que puedes encontrar a la hora de llevar tu bicicleta (un material deportivo con características especiales), puede incrementar la sensación de dificultad y desamparo que, tantas veces, los que hacemos cicloturismo (o cicloviajes), sentimos.

  • Empecemos por lo primero: infórmate muy bien, cuando adquieras tu billete de avión, por cuánto te va a salir el añadir, a esa oferta tan maja que has encontrado, tanto el incremento por el equipaje deportivo indicado (tu bici) así como los bultos, paquetes, equipaje extra con el que viajas, pues con esos precios tan magníficos, muchas veces, sólo está permitido un equipaje de mano mínimo y, luego, cuando sumas los dos conceptos indicados, resulta que el billete te sale por un pico.
  • Ten cuidado, también, con las escalas (número y duración de las mismas) así como con el aeropuerto en el que vas a aterrizar (o del que vas a salir) en función del lugar en el que quieres empezar a pedalear, pues estas características también influyen en un buen inicio y transcurso del viaje.
  • Una vez has adquirido el billete, te recomiendo que te imprimas la legislación que tiene esa compañía aérea respecto a su política de viajar con bicicleta, para llevarlo en papel y enseñarlo en caso de que (te puede pasar), cuando vayas a facturar la bici, esa persona no tenga mucha experiencia al respecto y tú has de ilustrarla. Ni qué decir que vayas al aeropuerto con muchíiiiisimo tiempo para ser el primero en facturar y, de ese modo, relajarte. Si vas pillado de tiempo, lo pasarás mal, forastero.
  • Consigue una caja de cartón con las dimensiones de tu bici en una tienda de bicicletas de tu barrio. Las tiran constantemente y, avisando con tiempo, te la van a regalar.
  • Una vez en casa te toca, con sumo cuidado, desmontar y empaquetar cada uno de los componentes que no han de sufrir (por un lado) así como los obligatorios para el viaje en avión (a saber: ruedas desinfladas, manillar girado y pedales quitados).
  • De los frágiles, como ya indicábamos en el viaje en tren, es sumamente importante (aquí más todavía, pues en el tren eres tú quien transporta tu bici pero en el avión está en manos –y qué manos- de otras personas que, probablemente, van a golpear la caja, lanzarla y demás tropelías…) que protejas todas aquellas partes susceptibles de ser dañadas: luces, cambios, horquillas… Cada una de ellas te recomiendo envolverlas con el plastiquito de burbujas o similar y, luego, cogerlas al cuadro para que, si se rompe la caja (y, créeme, en muchos casos se rompe y van a dártela abierta), nunca se pierdan.
  • En el caso de la horquilla delantera (probablemente no vas a necesitar desmontar la trasera, si has elegido bien la caja), hay una pieza de plástico negra que se encaja en ella (viene con cada bici nueva), para protegerla. También hay otra bastante interesante, que es una pieza circular – también de plástico- que se coloca en los orificios de la rueda delantera por donde pasa el eje. Has de fijarla con un poquito de cinta adhesiva (de carrocero, por ejemplo) para que se sujete. Esto evita que esas partes de la rueda te rompan, por dentro, la caja.
  • Recuerda, al desmontar los pedales, que el izquierdo tiene la rosca al contrario… Y no dejes, nunca nunca nunca, ninguna pieza lejos de tu zona de trabajo. Yo estuve a punto de irme sin la rueda delantera (ya había empaquetado la bici) porque se me ocurrió, en un despiste, dejarla un poco lejos (y, claro, como era un sitio con más materiales y objetos, me pasó desapercibida), menos mal que, por azar, mi mirada aterrorizada cayó allí y pude resolverlo… Menuda cara se te tiene que poner, imagínate, si, al llegar tu destino y abrir la caja, ves que no tienes la rueda, o el sillín, los pedales…
  • En mi caso, como mi Walkyria es tan alta tanto de potencia como de tija (la potencia la subí porque me dolía el cuello y le puse extensiones), he de montar una buena con ellas para que no sobresalgan de la caja. No suele pasar con el resto de bicis…
  • Bueno, una vez has protegido, embolsado y sujetado los componentes al cuadro, te toca meter la bici en la caja con sumo cuidado. Recuerda que una caja de cartón suele pesar, por lo general, entre dos o tres kilos (los cuales has de añadirlos en el cálculo de los kilos totales permitidos). Como, por lo general, el material deportivo suele tener un tope permitido de 23 o 25 kilos (depende de la compañía), yo aprovecho para meter otras cosas (el candado, la tienda de campaña) e ir comprobando, con una báscula, el peso total. Y siempre, sé que soy pesado, todo lo que meto con la bici lo sujeto a la misma con cinta adhesiva (o con los cierres de plástico de la tienda, etc.) Acuérdate de vaciar los bidones, es un peso inútil.
  • Ya está la bici metida en la caja y te toca cerrar la tapa y darle cinta (esta vez sí, de embalaje, que es la más resistente, aunque, a veces, también he visto a gente darle con la cinta americana, pero ésta es más cara…) de lo lindo. Intenta que no te queden chepas porque esa zona estará más expuesta a los golpes y, por lo tanto, al daño.
  • Una vez reforzada (observa bien que no haya ningún agujerillo en la caja por aquí o por allá, que no sea el de las asas que lleva, y que no te conviene cerrar para poder transportar bien la caja), te aconsejo quitarle todas las pegatinas que tenía (entre las que suele haber algunas con códigos de barras) para que sólo lleve las que le va a poner la compañía aérea y, por último, ponerle tú una hoja, en la parte superior, con los datos de tu vuelo (número, destino, compañía) y los personales (número de teléfono, lugar de estancia en la ciudad donde vas a dormir la primera noche –si lo sabes-) pues, mira, cuánta más información tengan, mejor.
  • Las bicicletas, a veces, se pierden y te toca esperar en esa ciudad un par de días hasta que te la traen. Por eso no es buena idea planificar el continuar el viaje (comprar otros billetes, etc.) al día siguiente de tu supuesta llegada. No te precipites. Hazlo cuando veas que tu equipaje ha llegado completo. Entonces sí que sabes que ha empezado tu viaje cicloturista, cuando esta fase aérea ha concluido satisfactoriamente. Lleva, en una fundita de plástico, impresas, las hojas con los datos del regreso para ponérselas cuando lo vayas a realizar.
  • Si el viaje de vuelta a España lo vas a hacer de nuevo desde ese aeropuerto/ciudad, busca un lugar donde custodien tu caja, eso te va a dar mucha tranquilidad a lo largo del pedaleo (puede ser el lugar donde duermas esas primeras noches, al llegar). Si no, ya sabes que has de buscar una caja, o cartones grandotes con los que fabricártela, en la ciudad desde la que regreses, y eso supone tiempo y energía en un momento –el final del viaje- en el que estás cansado y deseando llegar a tu casita.
  • Un detalle más: los aviones pequeños, que cubren distancias cortas (tipo Madrid-Lisboa), frecuentemente llevan solo hueco en bodega para dos o tres bicis. Tenlo en cuenta si viajáis más de dos bicis, es posible que alguna bici tenga que viajar en otro avión que salga más tarde.

Creo que no se me olvida nada importante. ¿Más fácil que todo este lío? Alquilar una bici en la ciudad en la que aterrizas, o comprarla, pedalear y, al final del viaje, venderla. ¿El problema? No es tu bici habitual y eso te puede pasar factura.

Walter Post Villacorta