La palabra yoga significa “unión”. Unión a varios niveles; por una parte, entre las distintas dimensiones (física, psíquica, espiritual…) que componen el cuerpo humano pero, también, la unión del yo individual con la energía que da vida a todos los elementos del universo.
Desde el punto de vista del ciclismo, también se produce yoga cuando se monta sobre la bicicleta, pues se produce una unión con ella. Dependiendo de la calidad de dicha unión, obtendremos diferentes grados de alegría, satisfacción y plenitud de la experiencia… ¿Sillín demasiado alto o bajo?, ¿manillar torcido?, ¿ruedas un tanto desinfladas?, ¿y qué me dices de ese ruidito nuevo que te inquieta y que te obliga a parar una y otra vez hasta detectarlo?
Al sentarnos, presionamos el perineo sobre el sillín. Pues bien, justo ése es el lugar en el que se encuentra el primero de los chakras: Muladhara o chakra raíz. De este modo, por el simple hecho de sentarnos en nuestra bici, estamos uniéndonos, de manera sutil e indirecta, con el suelo sobre el que circulamos y, por extensión, con la tierra madre. Estamos estimulando y recargando dicho chakra.
Montar en bicicleta es, además, uno de tantos modos distintos de comprobar el estado de armonía del que gozamos respecto a los planos antes mencionados. ¿Estamos cansados y nos cuesta un mundo –o varios- pedalear?, ¿observamos con serenidad cuanto hay a nuestro alrededor?, ¿o estamos eufóricos, pasados de vueltas, y no tenemos calma para conducir con seguridad? Subirnos a la bicicleta nos dará información sobre el nivel de equilibrio físico-psico-emocional que tenemos ese día. ¿Y qué me decís del espiritual?, ¿del goce que asciende de las profundidades del ser al desplazarnos en bici, en determinados momentos, o de la ausencia de dichas sensaciones?
Según el yoga, disponemos de unos centros denominados chakras, que, distribuidos a lo largo de nuestro cuerpo, canalizan la energía vital (el término chakra significa “rueda de luz” ¿curioso, no?) Siguiendo esta filosofía, existe una energía magnética que asciende del núcleo terrestre fundido y cuando se encuentra con la energía eléctrica, que desciende del cosmos, hacen girar los chakras, las ruedas de luz que nos mantienen sanos y equilibrados. Por lo tanto, cuando montamos en bici, nos podemos visualizar como seres rodantes en cuyo interior giran, a su vez, alegres ruedas invisibles.
Muladhara se encarga, entre otras funciones, de garantizar nuestra supervivencia y seguridad. Cuando perdemos la estabilidad emocional, por no tener nuestras necesidades básicas cubiertas (trabajo, casa, alimento…), o cuando sentimos peligrar nuestra integridad física, muladhara se desequilibra. De algún modo, nuestros instintos más cavernícolas reposan ahí dormiditos. Si se desajusta, nos dominarán el temor y la inseguridad. Al sentirnos amenazados, un chorro de adrenalina procedente de las glándulas suprarrenales (a las cuales está asociado este chakra) inundará nuestro torrente sanguíneo y nos preparará para responder con violencia ante dicho estímulo. Un ejemplo muy claro es el que todos los ciclistas urbanos, estoy seguro, hemos sentido en algún momento de nuestro pedaleo, cuando hemos visto el morro de un coche acercarse más de lo que desearíamos y hemos mirado con rabia a su conductor, impulsados por esa sensación de peligro que ¡bingo! ha disparado nuestra adrenalina.
El estudio de los chakras, su estimulación y equilibración a través del pranayama (el control de la respiración), los mantras (el canto) o las asanas (posturas) es un universo que os invito a experimentar y disfrutar y, luego, sobre el que podéis reflexionar, por qué no, a lomos de vuestra bicicleta, el artefacto de dos chakras que hemos elegido para equilibrar, transformar e iluminar nuestras ciudades.
Gracias Walter por completar mi artículo con estas interesantes informaciones, que enriquecen el sentido de la actividad disfrutada el sábado y explican muy ilustrativamente la relación de la bicicleta y el primer chakra :-).
Un abrazo,
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Este artículo va a ir en el próximo Ciclopedia, Pilar. Lo empecé a escribir hace una semana y me apetecía concluirlo, y subirlo, tras la sesión programada.
Gracias a ti, a vosotros, por compartir la experiencia y aportar vuestro conocimiento… ¡y viandas!
😉
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