El Ayuntamiento de Madrid instaló en diciembre del año pasado señales de prohibido circular en bicicleta en dos entradas del Parque Tierno Galván. Fue una acción llamativa, que no tardó en comentarse en redes sociales. Poco después, se sumó la aparición esporádica de la policía para indicar a los ciclistas que debían bajar.
El último domingo de junio, hacia las dos de la tarde, una patrulla de municipales atravesaba el parque (en coche) llamando la atención de los ciclistas (niños y adultos) e indicando que tenían prohibida la circulación. Tras cuestionar la norma y la falta de proporcionalidad —¿por qué se persigue a los pocos ciclistas que van por el parque y no, por ejemplo, a las decenas de taxis que invaden a diario el carril bici de Méndez Álvaro? ¿O a los coches que aparcan en el carril bus de la estación de Atocha?—, la policía puso también una multa a la persona que escribe este artículo. La multa fue por “circular en bicicleta por zona no habilitada al efecto”, en ningún caso por desacato a la autoridad.
Para quienes no lo conozcan, el Parque Tierno Galván ejerce de enlace natural con Madrid Río, una de las zonas con más tránsito ciclista de la ciudad. En Madrid Río el camino no está segregado. No es ideal porque se juntan peatones, bicis, patines y patinetes, pero cuando al Ayuntamiento de Manuela Carmena insinuó que prohibiría las bicicletas tuvo que recitificar al día siguiente porque los colectivos ciclistas se le echaron encima.
Como ya se escribió en este blog, pretender enfrentar a peatón y bici responde a una estrategia de desprestigio de la bicicleta. Y, si el problema fuera que las bicis superan la velocidad máxima o no respetan las prioridades, también habría que prohibir los coches en multitud de calzadas.
El Tierno Galván es, en este sentido, mucho más tranquilo que Madrid Río. Varios caminos del parque están incluidos en el mapa oficial de infraestructura ciclista. Y, tal y como está redactada, la ordenanza actual permite la circulación por él. La zahorra o engravillado, el material del que están hechas sus vías, están considerados pavimentos por el Ayuntamiento (así lo contempla la instrucción de vía pública). La ordenanza dice que “en el interior de parques y jardines públicos urbanos, las bicicletas podrán circular por los paseos pavimentados de más de 3 metros de ancho”.
Por mucho que un asesor del Área de Movilidad del Ayuntamiento se empeñe, ese par de señales no están puestas para “reforzar” una prohibición que ya existe. Están puestas porque alguien las solicitó y el Ayuntamiento cedió, demostrando una vez más que trabaja en contra de la movilidad ciclista y solo en favor de los intereses del coche. Además, las señales están únicamente en dos de las muchas entradas que tiene el parque. Con estos argumentos y con la ayuda de Pedalibre – ConBici se ha recurrido la multa. Estamos a la espera de que el Ayuntamiento responda.
Entre Atocha y Méndez Álvaro, las alternativas para cruzar de un barrio a otro en bicicleta —de Arganzuela a Pacífico y Adelfas— son cuatro.

La primera es la glorieta de Carlos V, con sus seis carriles para coches:

La segunda es el túnel del Comercio (que fue noticia este verano porque apuñalaron a un joven):
La tercera es el túnel de la Avenida Planetario y el Puente de Pedro Bosch.
La viga de encima del túnel se desplomó este verano y casi pilla a un coche. El puente tiene tres carriles en cada sentido.


La cuarta es el Parque Tierno Galván y la calle Retama, que tiene un carril bici segregado pintado en el suelo:


Adivina en cuál te multa la policía.
A día de hoy, parece que la nueva ordenanza de movilidad contendrá otra redacción. Se elimina el término “pavimentado” y solo habla de caminos de más de 3m.
“En el interior de parques y jardines urbanos, las bicicletas podrán circular por caminos de más de tres metros de ancho, teniendo estos paseos la consideración de senda ciclable, por lo que el ciclista deberá circular como máximo a quince kilómetros por hora respetando en todo momento la prioridad peatonal”.
A quienes se empeñan en no entender, tal vez les aclare el derecho de las bicicletas a usar los caminos de los parques. Esperemos que sucesos como el relatado tengan un final satisfactorio y sean ejemplo de lo que no puede hacer una ciudad que dice promover la bicicleta.
(Desde Pedalibre agradecemos a Analía Plaza la elaboración de este reportaje y haber compartido su experiencia)
No me lo puedo «ni de creer»!!
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Genial el artículo, y con qué valentía defiendes la movilidad ecológica.
No sé si una solución de compromiso podría ser una señal de “Bicis a 10 km/h” … o incluso a 5 en zonas con mucho peatón, como se ve a menudo en Euskadi.
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