Hace unos día, cuando acudí a un acto organizado por la Plataforma Madrid en Transporte Público entablé conversación con Alberto, un ciclista habitual que me contó cómo descubrió la bicicleta:
Hace unos 4 años, estando en Nueva York de visita turística, viajando en autobús, se le ocurrió preguntar a una neoyorquina qué haría ella si disponía de 3 días libres para visitar la ciudad. “Alquilar una bici y visitar con ella Central Park y otros parques junto con la ciudad de los rascacielos” le contestó. Alberto no lo dudó y se lanzó alegremente en su bici alquilada a recorrer este parque urbano de 3,4 km2. Fue un placer descubrir la ciudad sobre dos ruedas, únicamente con la energía de sus piernas.
Desde entonces, está enganchado y este ciudadano madrileño se mueve con orgullo por nuestra capital madrileña en bicicleta y la aconseja vivamente. Dice que le da muchas satisfacciones, llega rápido a su destino, aparca fácilmente, ahorra tiempo y dinero, no contamina y está en forma. ¿Qué más puede desear?
Alberto me hizo recordar cómo había yo descubierto la bici urbana.
Por el año 2002 conocí una pareja perteneciente a la Asociación Pedalibre. Me hablaron de la misma y me acerqué a una de sus reuniones. Lo primero que me impresionó fue los viajes cicloturistas que organizan. Estupendos. Me apunté a uno con la bici “malucha”, comprada tras un viaje estival a Marruecos. Me dije, “en vez de llevar regalos inútiles a mis seres allegados voy a comprarme una bici baratita”. Y así lo hice.
Era arduo subir las cuestas con aquella bici de hierro del Decathlon, muy bonita sí, pero con componentes muy limitados. La ilusión que albergaba era mayor que el material de mi ciclo y de esta manera emprendí mi primer viaje cicloturista por la hermosa Hoz del río Dulce. Me pareció precioso, fascinante, no llevaba transportín, ni alforjas y la pareja encantadora de Pedalibre llevó la tienda de campaña y mi equipaje. Ese primer recorrido de fin de semana me animó a realizar sucesivos viajes y al mismo tiempo acciones urbanas reivindicativas.
Los miembros de la asociación me daban sabios consejos para moverme por la ciudad. Su amabilidad y paciencia ilimitadas me alentaban constantemente. Es fácil compartir con ellos experiencias. Desde el año 2003 aproximadamente que comencé intensamente a usar la bici he utilizado este vehículo de dos ruedas con grandes satisfacciones.
¡Qué recuerdos, son innumerables y diversos… ¡¡también resultó placentero y emotivo escuchar la primera experiencia de bici urbana de Alberto! Ah, cómo me gustaría que me contaras la tuya ¿te animas?
GRACIAS POR CONTAR TU EXPERIENCIA EN EL APARTADO DE COMENTARIOS
Yo ya usaba la bici antes por ciudad, cierto que no demasiado; quizás por eso no me consideraba un ciclista urbano. Sólo a partir de un viaje a Pésaro, en Italia, fui consciente de lo importante que puede ser la bici y sus usuarios para mejorar la habitabilidad de nuestras ciudades.
No he viajado nunca al norte de Europa así que, a mis ojos y comparada con Málaga, Pésaro me pareció algo así como el «Reino de las Bicicletas»: una ciudad pacífica, acogedora, tranquila y amable, en gran parte gracias a las bicis. Como digo, yo ya usaba la bici antes por ciudad, pero diría que ése fue mi punto de inflexión o, si se quiere, el día que descubrí la bici urbana.
Un cordial saludo desde Málaga. ¡Os sigo leyendo!
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Descubrí la bici cuando era estudiante en París en el 1989. A mi, de pequeña, me encantaba la bici y tenia que «robar» la de mi hermana mayor para ir a dar vueltas por el pueblo pero nunca había tenido una propia. Cuando una amiga por casualidad me dijo que iba a comprarse una bici la acompañe…Ese mismo día cuando vi estas magnificas Holandesas de segunda mano pensé que era una magnifica ocasión de llevarme también la mía! Era grande con un freno de pedalear al revés.. Una Gazelle! Vivía en lo alto de Belleville, rue des Envierges en un segundo piso sin ascensor y me la guardaba en el piso. Desde el primer día nunca la deje. Me iba a la otra punta de París a trabajar, con ella.. Y me parecía descubrir por fin París, sus calles, sus luces, su gente.. Aun me arrepiento haber la vendido a la hora de trasladarme a España! Era una maquina y casi subía sola la calle de Belleville! Desde entonces he tenido una del Decathlon, una Hibrida que me compre en Valencia y con la cual hice los memorables encuentros de Navarra y ahora me pase a la Brompton! Ahora mi hijo va en bici desde pequeño y es el mejor del barrio de sant Andreu en Barcelona, a la hora de ir por la calle! Nunca dejare de ir en bici … es mi «bicio» y mi píldora de la felicidad.
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Tengo 40 años. Desde mi primera bici con 7 años, bh de paseo, heredada de mi hermano (casi igual a la que mi hija tiene ahora) me muevo con bicicletas habitualmente. Con 10 años regalo de reyes, BH CALIFORNIA, lo más del momento, y que me duró muchos años. En la adolescencia, con 15 años, ya nos íbamos a las playas a 10 o 15 kilómetros con bicis de paseo, muchas sin piñones. Tuve también una de montaña. En la facultad todos los días en bici, y por la noche de copas con bici de frenos de varillas y paseo, que dejaba sin canear hasta que volvía a casa (jamás me la robaron); hasta que cambié una a un amigo por una una GACELA BH, que me duró hasta que me vine a Madrid en el año 98. Aquí la usé poco, a los dos años me la robaron en la zona del Rastro. Después, hacia el año 2000, BH Bolero para mí y mí mujer, Peugeot Híbrida, ORBEA TREKKING, plegable, hasta lo que tengo hoy holandesa y carretera. En fin 30 años alrededor de las bicis y como medio de transporte habitual (También tengo carnet de coche desde hace tres años y muevo en moto distancias largas).
Desde hace un año las compro, las restauro, las vendo. En fin, que lleva camino de convertirse no sólo en un medio de transporte si no de vida.
(este ejercicio de recuerdo me ha gustado, buena idea del promotor)
Saludos
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La bici me descubrió a mí. Por mi padre, que ama las bicicletas. Durante un tiempo fui únicamente un ciclista deportivo, de carretera, pero no me animaba a llevarla por ciudad. Hice algunos intentos durante los estudios en la universidad, pero me pareció demasiado peligroso (de noche, pero también de día). Después lo volví a intentar cuando me emancipé, pero me seguía pareciendo peligroso (estuve a punto de tener dos accidentes graves). Finalmente montaron un servicio de alquiler de bicicletas públicas en Alicante (que lo desmantelan el próximo viernes) y elaboraron un plano de ciclo-calle, ciclo-aceras y carriles-bici bastante limitado, pero suficiente. Con las nuevas infraestructuras vi que era posible y seguro acudir de vez en cuando al trabajo. Combinaba coche propio, transporte público y bici, según días. Compré una bici propia pensada para la ciudad y me animé a ir al trabajo a diario. Soy feliz.
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Daniel, no deja de sorprenderme que a muchos ciclistas de carretera les parezca más arriesgado ir en bici por ciudad que por la carretera! Mi experiencia me demuestra que es lo contrario ( a no ser que vayas por carreteras locales) y las estadísticas de accidentabilidad también.
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Me ha gustado mucho tu observación. Creo que no podré darte una respuesta clara. Se trata de una percepción del riesgo y como toda percepción es subjetiva. Cada uno percibimos los riesgos desde nuestro prisma. Bueno, aquí “el de la bici” lo explica muy bien: http://eldelabici.blogspot.com.es/2013/12/la-importancia-de-la-percepcion-en-el.html?utm_source=BP_recent
De todos modos, intento explicarlo. Creo que la “carretera” y la “ciudad” son expresiones muy abstractas. Lo importante es qué carreteras recorres cuando haces ciclismo de carretera y cuáles son las calles por las que transitas por la ciudad. En muchas de las carreteras por las que planteo mis rutas el tráfico de coches es muy bajo, por lo que percibo un bajo nivel de riesgo. En algunas calles de mi ciudad (que intento evitar) la velocidad es muy alta, la densidad de tráfico también y la amplitud de los carriles reducida (y además con una alta ocupación por distintos tipos de vehículos –motos, furgonetas, camiones, tranvías, otras bicis, etc-, puertas que se abren, etc). En algunas carreteras el espacio es mayor y es más fácil prevenir la mayoría de los movimientos. Y luego está el problema de la velocidad. Puede ser que en una nacional la gente circule a 100 km/h o incluso a 120 km/h, pero el carril suele ser más ancho que cualquier carril urbano y suele haber más arcén. En algunas calles de Alicante (por ejemplo, la avenida de Denia), sin embargo, se circula habitualmente a 70-80 km/h, a veces a más, no hay arcén y hay mucha más densidad de elementos. Son auténticas autopistas por el medio de la ciudad, como han denunciado varias agrupaciones ciclistas en la ciudad (Alacant en Bici, la Massa Crítica…). En resumidas cuentas cuando voy por carretera evito muchas carreteras peligrosas y cuando voy por la ciudad muchas calles que son peligrosas. Ahora puedo hacer esto último, pero en mis dos intentos previos (cuando estudiaba y cuando empecé a trabajar) no podía hacerlo.
La cuestión de las estadísticas también me parece muy importante. Por ejemplo, aunque puede parecer falso lo que voy a decir, sobre todo después de la insistencia de la DGT con el tema del casco, lo cierto es que la DGT no recoge estadísticas sistemáticas sobre el uso del casco por parte de los ciclistas. Por ejemplo, aquí tienes su último informe donde sólo se recoge el dato para motos y ciclomotores: http://www.dgt.es/Galerias/seguridad-vial/estadisticas-e-indicadores/publicaciones/principales-cifras-siniestralidad/cifras_siniestralidadl014.pdf
Por otro lado, creo que es más probable fallecer en carretera, es más, no me cabe duda, pero creo que es más fácil sufrir un accidente en la ciudad. Las estadísticas sobre accidentalidad (sin que exista muerte) están peor elaboradas y presentan una menor declaración por las partes implicadas. Un ciclista profesional, si no me equivoco, recorre unos 30.000 kms al año y la mayoría de los accidentes que sufre son en competición, no cuando entrena. Digo todo esto para señalar que aunque estoy de acuerdo con tu afirmación de que las estadísticas apuntan una mayor peligrosidad en la carretera (si hablamos de accidentes mortales), también hay que considerar que las estadísticas en España son muy deficientes. Y me parece una lástima que así sea.
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Muchas gracias por compartir vuestras experiencias con nosotros Daniel, Daniel Capilla, Sabine y Pablo. Los caminos hacia la bici urbana son inescrutables, cada uno tiene el suyo, muy particular y valioso!!!
Ánimo a los demás amigos y amigas para que nos contéis, nos gusta saber y saborear esos momentos indelebles en vuestras memoria 🙂
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Fue en el año 1980 en Valencia mi ciudad. En mi instituto había algunos alumnos de COU de aspecto jipioso que iban con bicis clásicas de freno de varilla que me llamaron la atención. Desde pequeño en el chalet me conocían con el mote de Colo derivado de ecologista porque además de ser un ornitólogo aficionado siempre iba en bici. Así pues, comencé a ir al instituto en bici cuando me la traje del chalet. Fue una experiencia breve de solo un curso pues los coches me acobardaron por las grandes vías. Dos años después con 18 años comencé a ir a todas partes junto con algunos amigos del instituto en bicicleta. En aquellos tiempos solíamos irnos de marcha por el barrio del Carmen de Valencia. Nuestras bicis y las de cuatro gatos más eran las únicas que se veían aparcadas por allí los viernes y sábados noche. Hoy se cuentan por decenas en ese barrio cualquier día, como ocurre también en el resto de la ciudad. Fue ya en 1990 con 25 años, que pasé a a una nueva dimensión de la bici urbana: la de la militancia en una organización recién creada: Valencia en Bici.
Hoy, en que el resurgimiento d ela bici presupone un peligro para ciertos intereses muy arraigados y ante el ataque del que somos objeto los ciclistas por parte del gobierno del PP y los poderes fácticos que están detrás, casi me arrepiento de haber contribuido al crecimiento de la bici urbana. Antes me sentía más libre ¡NO al casco obligatorio!
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Para mi la bicicleta fue mi primer gran regalo de la niñez. Gracias a ella descubrí la ciudad. Entonces (ya casi tengo cincuenta) no era consciente de ser un ciclista urbano, pero casi a diario (los días que no había clase) la cogía para ir a la Depor o para jugar con amigos por el Espolón. Contaba poco más de 12 años y en mi ciudad (Burgos), el tráfico en mi barrio era muy intenso, no había zonas peatonales ni carriles bici. Tengo el recuerdo de pedalear de forma natural entre coches con una mezcla de pericia e inconsciencia. Después la bici fue mi compañera urbana para ir a la universidad y para viajar; y ahora, con plena consciencia de ciclista urbano, se ha convertido en una forma de vida que me hace sentirme bien por dentro y por fuera. Se ha convertido en mi pequeño grano de arena para cambiar esta sociedad que se tambalea.
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Hola.
Tuve dos momentos separados por unos cuantos años de experiencia urbana bicicletil.
El primero fue en mis años mozos, nada más empezar a trabajar a principios de los 90, en pleno centro de Madrid. Debía recorrer unos 20 kms desde mi casa en cada trayecto. Eso unido a una de las primeras bicis de montaña (mi Otero verde fosforito) y el cierre noroeste de la M-30 llegó a desanimarme. El día a día era realmente complicado.
A la segunda, ya en el año 2000, nos trasladamos a unos 7 kms del centro. Entonces empecé a cogerla de nuevo en ciudad. La comodidad de la bici contagió a los míos y pronto mi mujer empezó a llevar a las niñas al cole a pedales.
Ahora, hemos vuelto a cambiar de casa, a más de 40 kms, en la sierra de Madrid. No problem: Tren + bici plegable.
Salud.
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Mis primeras dias por la fueron «graaciosas» iva mas raato a pie por la aceraaaa qque pedaleando. Estaba muy prevenida pero tenia clarisimo que yo queria pedaalear por la ciudad.
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Hola,
El momento de empezar usarla como medio de transporte en ciudad fue en 2011 cuando me di cuenta de que no me convenía seguir entrando a trabajar en Gibraltar en moto, pues con la bici tardaba sólo cinco minutos más y el trayecto se me hacía mucho más ameno. Desde entonces la uso siempre para ir al trabajo, con sol, frío, lluvia o viento, porque esos diez kilometritos al día entre ida y vuelta me dan alegría y salud. Y además desde entonces cada vez que tengo que ir a un recado voy en bici. Mi consejo es que siempre se tenga la bicicleta preparada para salir, y no colgada en un rincón del garaje , en un trastero o detrás de un mueble.
Otra cosa más: dos o tres veces al año tengo que pasar unos días en Viena por el trabajo. Bueno pues ya es raro que allí coja el metro o el autobús, a menos que nieve. Me monto en una bici del fantástico sistema público de alquiler y a disfutar.
Un saludo.
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Pues yo la redescubrí hace unos pocos años. Resulta que antes vivía en el pueblo, allí es facil usarla, pero cuando vine a Madrid me asustó un poco tanto tráfico. Bueno, pues la redescubrí un día que iba al polideportivo de mi barrio. Yo siempe iba en coche claro, tardaba diez minutos en llegar, mas el tiempo de aparcar. Un día vi llegar a un ciclista con su bici, aparcó como un señor y de repente, se me iluminó la mente.
Desde entonces yo soy otro ciclista que ha ganado calidad de vida. Me muevo por el barrio haciendo las compras, voy a la biblioteca, visito a los amigos y tommos lo que haga falta.
!! Viva la bici en los barrios !!!
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Hola! En mi ciudad empezaron la campaña de bicicletas municipales. Me saqué la tarjeta enseguida. La primera vez que me monté en una me trajo tantos recuerdos de la feliz infancia… Que tengo la tarjeta guardada al lado de la del metro por si hay alguna bici libre y pedalear hasta el puesto de bicis más cercano a mi destino
Acabé comprandome una bicicleta y he empezado a hacer cicloturismo, ha sido un gran descubrimiento esta forma de viajar. Aunque sigo teniendo mucho miedo a las carreteras y voy buscando carriles bici, o vías verdes. Poco a poco se van abriendo mas caminos para bicicletas, despacito … pero sin pausa
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1980-1981. En la mili pensé en comprar una bici para ir al trabajo, pues tenía sitio para dejarla en el edificio. Cuando acabé, al volver al curro, me cambiaron de edificio, pero no podía meterla dentro, así que la ataría en la acera, y hablando con un compañero, me quitó de la cabeza la bicicleta de paseo sin marchas, por una de carretera. Eso hice, nunca había utilizado ese tipo de bicis, pero desde entonces, poco a poco, me fui acostumbrando a la bici, al manillar, incluso en ciudad, y ahora, casi no sabría utilizar otra (he alquilado bicis en Helsinki, Copenhague, Reikiavik, me he llevado la de montaña a Berlín, París, pero es otra cosa), al año siguiente me estrené con un viaje organizado de una semana, al año siguiente estrené las alforjas, dos años después me hice un viaje solo…
La sensación tan placentera de salir del curro a las 11 de la noche, y volver tranquilamente a casa dándome el aire en la cara, en verano, en invierno (con los mismos comentarios de los compañeros: con este calor?, con este frío?), de ir al cine, de hacer cualquier gestión, compra, visita…, no tiene igual.
Fernando Domingo
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Pues yo la acabo de descubrir… He estado una semana en Holanda (menuda conciencia de bici hay allí), ha coincidido con que hace poco me quedé sin coche, he eliminado la excusa de que una bici no me cabe en casa comprando una plegable… ¡y aquí estoy! Además, acabo de descubrir pedalibre. ¡A ver dónde me lleva esto!
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Gracias a los que lleváis tiempo pedaleando y nos contáis cómo empezasteis y seguís usando la bici en la ciudad, con vuestras particularidades.
Y gracias también a los que habéis empezado recientemente. Quiero daros la bienvenida al asfalto, como por ejemplo a Lola Morales, que acaba de estrenar su plegable en la ciudad. Me alegro que te hayas lanzado, mucho ánimo y consúltanos cualquier duda que necesites despejar para circular por tu municipio.
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